martes, 21 de octubre de 2014

Me enamoré de su infierno

Me enamoré de su infierno, lo hice como nunca pensé hacerlo, lo hice con todo mi corazón.
La quise tanto que me dolió, le di mi vida, mis sonrisas y mis lágrimas; todo le pertenecía.
Aprendí a cuidarla, a escucharla, a quererla y a respetarla como a nadie.
Puse todo de mí para que sea una princesa, mí princesa.
Por momentos sentía que eramos felices, ella en mis brazos, sonriendo al ver mi sonrisa, la que aparecía al ver y acariciar su rostro.
La sentí mía tantas veces, fui suya tantas más.
Me enamoré no solo de su luz, me enamoré también de sus sombras, de sus grietas, de sus cicatrices.
Me enamoré de sus rosas y de sus espinas, esas mismas que me lastimaban al tocarlas.
Me enamoré de todo lo que le pertenecía, amé sus gustos, sus amores, sus delirios.
Amé tenerla, desearla, amarla, quererla; amé ser suya y que fuera mía,
Amé de ella hasta lo que más odiaba del mundo entero.
Logré amarme cada vez que la hacía sonreír, logré amarme cada vez que la hacía feliz, logré a su lado sacar lo mejor de mi.
Por ella hice lo que por nadie, le di mi vida, mi tiempo, mis espacios, tenía de mi todo lo que me pertenecía y lo que no por ella lo conseguía.
La amé con todas mis fuerzas, porque en su infierno estaba yo.
A veces, las sonrisas no son más que simples máscaras para no desentonar con la maravilla de la vida, y uno no tiene otro remedio que dejarse llevar por la corriente. 
Cada vez más. 
Cada vez más lejos.

sábado, 5 de abril de 2014

viernes, 4 de abril de 2014

Y ahora que te digo adiós y se abren mis alas, me pides perdón..

Volver a hablar, volver a reír y a llorar con vos fue algo único y hermoso, fueron tres horas hermosas, tres horas llenas de emociones, tres horas en donde hasta los pocos silencios, -algunos incómodos-, fueron lindos, tres horas en las que te quise nuevamente, en las que me quisiste, en las que me demostraste todo lo que no demostraste antes, lo único que lamento es que estas tres horas hayan llegado tarde.
Te esperé, te extrañé, te lloré, te quise por tanto tiempo, pero llegaste tan tarde, otra vez; siempre a destiempo, siempre cuando no se puede, siempre cuando ya no hay nada, siempre cuando todo se fue...

jueves, 6 de marzo de 2014

No sé en que condiciones me encuentro, pero no creo que sean muy buenas; la noche ya se encuentra sobre la ciudad, y en mi hace mucho tiempo está.
Puede que sea muy positiva o negativa, pesimista u optimista, puede que minimice o que agrande todo, puede de muchas cosas, siempre dependiendo el punto en que se lo mire, puede incluso que todo sea falso, o tal vez verdadero, solo usted lo dirá.
Personalmente solo sé que mi verdad no siempre está en mí, como todo, como nada. Solo sé que gran parte de mí está en usted o tal vez casi todo.
Ya no sé si soy yo, si es usted, si es él, si es ella o aquél que va allá, y hasta puede que, tal vez, sea ese que nunca fue.
Lo único verdadero es que sea quien sea, o lo que sea, no se encuentra en el lugar preciso. Tal vez sea yo quien en lugar de estar esperando tenga que salir a buscar, tal vez sea usted que busca y no encuentre, tal vez sea aquél que camina sin rumbo alguno por las calles de la ciudad, o tal vez ese que ya encontró y convencido de que es lo que necesita no se da cuenta de que su verdad está en otro lado.
Es algo difícil de saber, lo único cierto es que en algún lugar se encuentra nuestra verdad, esa que buscamos o esperamos; puede estar, ser o permanecer en alguien o en algún lugar, vaya uno a saber, lo cierto es que la necesitamos para encontrar la luz, salir de las tinieblas, abandonar las penumbras. La necesitamos, para en cierto modo, ser feliz.